"Sin sol, sin dormir y a 15 metros": Así vive la condena Rafael Uribe Noguera
El asesino de Yuliana
Samboni pasa sus días, junto a otros 15 reclusos en la ERON, el sector de La
Picota más vigiliado, húmedo, oscuro y aislado de la cárcel
Por: Las2orillas
La única ventana que tiene Rafael Uribe Noguera con el mundo exterior es un radio. Junto con otros quince internos están confinados en el área más segura de la cárcel La Picota, conocida como ERON. Las heladas celdas tienen quince metros cuadrados, un inodoro que se estrella con una regadera y en uno de los extremos un catre de cemento donde Rafael Uribe intenta cada noche conciliar el sueño. En la mitad de la estrecha celda hay un lavamanos. Los reclusos solo tienen derecho a ver la luz del sol una hora al día.
Ocasionalmente le dejan leer el periódico pero Uribe Noguera decidió romper con el mundo exterior durante el primer año que vivió allí. La preocupación de los guardianes con el arquitecto, a diferencia de otros feroces reos que han custodiado, no es la posibilidad de una fuga sino de un suicidio. Los primeros meses Uribe Noguera fue sofocado por una depresión intensa que apenas lo dejaba comer. Al principio ni siquiera encendía el radio portátil hasta que empezó a sintonizar emisoras músicales. Noticias para que! Se le permiten cinco llamadas al mes con sus familiares y un encuentro semanal con su abogado.
Con ninguno de sus otros quince compañeros, la gran mayoría extraditables a los Estados Unidos por sus negocios con droga, Rafael Uribe Noguera comparte. Incluso en la hora diaria de sol que recibe lo hace en solitario, acompañado del guardia del INPEC que se le paga como una lapa. Es que dentro del penal temen que se cumpla lo que los internos conoce como “La ley de la cárcel”. Debido a la crueldad del crimen que cometió y al haber sido contra una niña, los internos podrían tomar venganza de la peor forma. La hora de sol la da caminando en círculos en un patio estrecho y deprimente recubierto por una claraboya por la que entra el frío sol bogotanos.
Cualquier amague de sueño por las continuas rondas que proyectan la luz de la linterna de la linterna sobre el rostro para confirmar que esta con vida. Una rutina que se convierte en perturbación permanente que se completa con la quietud diaria que deriva en ocasiones en trastornos mentales.
La preparación de cada uno de sus alimentos se hace con las más extremas medidas de seguridad. El temor no es tanto que Rafael Uribe Noguera pueda llegar a ser envenenado, sino que algo quede mal preparado y le provoque algún trastorno alimenticio que forzaría su traslado de celda.
Rafael Uribe Noguera no es el único preso celebre que está en la ERON. Allí está también Jonathan Vega, el joven que le echó casi un litro de ácido a Natalia Ponce de León en el 2014. A él también lo vigilan pero no tanto como a Uribe Noguera quien después de recibir una condena de 58 años sabe que a sus 39 la posibilidad de terminar sus días en la celda carcel de La Picota son lo único cierto.
Por: Las2orillas
La única ventana que tiene Rafael Uribe Noguera con el mundo exterior es un radio. Junto con otros quince internos están confinados en el área más segura de la cárcel La Picota, conocida como ERON. Las heladas celdas tienen quince metros cuadrados, un inodoro que se estrella con una regadera y en uno de los extremos un catre de cemento donde Rafael Uribe intenta cada noche conciliar el sueño. En la mitad de la estrecha celda hay un lavamanos. Los reclusos solo tienen derecho a ver la luz del sol una hora al día.
Ocasionalmente le dejan leer el periódico pero Uribe Noguera decidió romper con el mundo exterior durante el primer año que vivió allí. La preocupación de los guardianes con el arquitecto, a diferencia de otros feroces reos que han custodiado, no es la posibilidad de una fuga sino de un suicidio. Los primeros meses Uribe Noguera fue sofocado por una depresión intensa que apenas lo dejaba comer. Al principio ni siquiera encendía el radio portátil hasta que empezó a sintonizar emisoras músicales. Noticias para que! Se le permiten cinco llamadas al mes con sus familiares y un encuentro semanal con su abogado.
Con ninguno de sus otros quince compañeros, la gran mayoría extraditables a los Estados Unidos por sus negocios con droga, Rafael Uribe Noguera comparte. Incluso en la hora diaria de sol que recibe lo hace en solitario, acompañado del guardia del INPEC que se le paga como una lapa. Es que dentro del penal temen que se cumpla lo que los internos conoce como “La ley de la cárcel”. Debido a la crueldad del crimen que cometió y al haber sido contra una niña, los internos podrían tomar venganza de la peor forma. La hora de sol la da caminando en círculos en un patio estrecho y deprimente recubierto por una claraboya por la que entra el frío sol bogotanos.
Cualquier amague de sueño por las continuas rondas que proyectan la luz de la linterna de la linterna sobre el rostro para confirmar que esta con vida. Una rutina que se convierte en perturbación permanente que se completa con la quietud diaria que deriva en ocasiones en trastornos mentales.
La preparación de cada uno de sus alimentos se hace con las más extremas medidas de seguridad. El temor no es tanto que Rafael Uribe Noguera pueda llegar a ser envenenado, sino que algo quede mal preparado y le provoque algún trastorno alimenticio que forzaría su traslado de celda.
Rafael Uribe Noguera no es el único preso celebre que está en la ERON. Allí está también Jonathan Vega, el joven que le echó casi un litro de ácido a Natalia Ponce de León en el 2014. A él también lo vigilan pero no tanto como a Uribe Noguera quien después de recibir una condena de 58 años sabe que a sus 39 la posibilidad de terminar sus días en la celda carcel de La Picota son lo único cierto.
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