Murió el rey de la marimba, José Antonio Torres “Gualajo”
José Antonio Torres nació el 31 de diciembre de 1939, ese día, Francisca la partera, le cortó el cordón umbilical sobre una marimba de chonta. Fue el único lugar que Francisca encontró libre porque la sala estaba llena de trastos y herramientas que su papá usaba para fabricar instrumentos musicales. “Gualajo”, como le decían a Torres, conoció la textura de la marimba el primer día de su vida. “La marimba tiene algo muy particular y es que uno se demora mucho tiempo tocándola para identificar su armonía y cuando uno menos piensa ya tiene esa armonía metida en el cuerpo. Además, para tocar ese instrumento hay que estar despierto pero relajado”.
Este miércoles falleció el rey de la marimba en el Hospital Universitario del Valle según confirmó el Ministerio de Cultura en su cuenta oficial de Twitter. El deceso del artista se produjo a la 1:00 de la tarde tras luchar varios años contra una leucemia.
“Gualajo” siempre pensó que los que tocaban la marimba eran personas especiales, únicas: “Los niños a los que les gusta ese sonido comienzan, apenas la oyen, a jalarle el brazo al papá”. Grabó cerca de 20 discos y escribió un libro, en 2013 recibió el Premio Vida y Obra del Ministerio de Cultura. Sin embargo, en una ocasión tuvo que vender su marimba para pagar el arriendo de su casa en Cali. Y así se pasó años buscado ayuda para lograr consolidar un lugar donde enseñar el arte de tocar la marimba.
“La música es tan berraca que es como una hebra, es como un hilo, con el que se van uniendo golpes armónicos y esa es mi manera de ensayar… yo voy uniendo golpes y voy construyendo una especie de pared que tiene que quedar sólida y fuerte para que no se desplome”, dijo “Gualajo” en una entrevista con El Espectador.
Su banda, Grupo Guajalo cruzó por países como Estados Unidos, Canadá, México, Rusia, Japón, China, Corea, Francia y Suiza. En los últimos años, en compañía de la Secretaría de Cultura de Cali, extendió la enseñanza de fabricar y tocar instrumentos tradicionales del Pacífico.
Fuente: El Espectador.
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